Emerson en el Japón

     La cultura liberal reconoce en Ralph Waldo Emerson (1803 – 1882) a uno de sus representantes más entrañables, por la hondura y originalidad de sus ensayos; pero, sobre todo, por lo reconfortante y animoso que resulta su legado intelectual. Cuando hablo de “cultura liberal” me refiero a una red de conceptos que no se limita a describir los funcionamientos de los mercados ni a sentar las bases de los estados democráticos de derecho, sino que colocan la libertad humana en el centro de una visión general del mundo, en la que cabe una teoría de la virtud; una cierta sensibilidad estética, y una muy peculiar manera de entender e instalarse en la Naturaleza. A Ralph Waldo Emerson lo incluímos en la nómina de los liberales por la teoría de la construcción del carácter individual que se desprende de uno de sus escritos, cuyo solo título basta para elevar nuestro espíritu: La confianza en uno mismo. Sostiene Emerson que la sociedad conspira de manera activa y a veces violenta contra el individuo, y reclama de él una permanente conformidad que termina por ahogar el yo bajo el peso insufrible de los dogmas y las tradiciones. Frente a esto, Emerson nos propone olvidarnos de lo pensado por otros y nos invita a mirar el mundo con los ojos limpios, a conocer sin mediaciones, en tanto que individuos dotados de una vida propia, única y libre: “Toda copia, todo acatamiento, es una forma de suicidio”. Por el contrario, la confianza en uno mismo es la llave de la vida; la fuente del conocimiento; la condición de posibilidad del encuentro del hombre con la Naturaleza; el fuego que templa nuestro carácter, y la cuerda de hierro cuya pulsión permite que nuestro corazón vibre con un entusiasmo nuevo y vivificante.

     Para que esta confianza brote en el individuo es preciso que éste recupere su relación primigenia con la naturaleza, una relación que la sociedad le había escamoteado. Así arranca otro de sus grandes escritos, La Naturaleza"Nuestra época es retrospectiva. Construye los sepulcros de sus padres. Escribe biografía, historia y crítica. Las generaciones que nos precedieron miraban a la cara a Dios y a la naturaleza; nosotros miramos con sus ojos. ¿Por qué no tener también el privilegio de una relación original con el universo? ¿Por qué no tener una poesía y una filosofía que inquieran directamente en los arcanos, no en la tradición; y una religión que nos sea revelada, y no la historia de la religión de nuestros padres? [...] Hoy también luce el sol. El lino y la lana crecen fuertes en nuestros campos. Hay tierras nuevas, hombres nuevos. Exijamos nuestras propias obras y leyes, nuestro propio culto."
     No es difícil encontrar novelistas, poetas, ensayistas y filósofos que hayan participado de un modo u otro de las ideas de Emerson: Walt Whitman y Thoureau serían los más evidentes y los más explícitos. El movimiento scout fue el epígono más popular y didáctico de la obra de Emerson, de un modo inconsciente (no me imagino a Baden Powell, con esos pantaloncitos cortos, leyendo Filosofía), pero no por ello menos fiel, en todo lo relativo a la necesidad de que el habitante de las ciudades no se desvincule de su relación con la naturaleza salvaje. Los Western son otro claro ejemplo de lo que Emerson ha dado de sí, con sus cowboys solitarios, las inmensas praderas pobladas por animales y hombres salvajes, la ley dictada por la conciencia y ejecutada in situ por el propio revólver... La lista de emersonianos es, desde luego, extensa y variada. Probablemente, ningún otro autor americano ha ejercido un magisterio tan amplio y profundo en nuestra manera de ver el mundo.
Así advertidos, espero que no se les levante la boina si les digo que el pensamiento de Emerson es la clave de bóveda que sustenta la mayor y mejor parte del universo creativo de Jiro Taniguchi, el más aclamado e influyente de todos los novelistas gráficos del Japón, dentro y fuera de su país. Taniguchi es un dibujante minucioso, preciosista, expresivo y sorprendente; y un contador de historias donde la Naturaleza es el templo de todos los dioses del shinto, y el seno generoso y terrible donde transcurre la vida de unos hombres enfrentados al frío y a los lobos con la fuerza de su carácter y desde la más completa y estremecedora soledad. La misma soledad que marca las horas nuestras de cada día.


Artículo publicado en el diario "La Opinión" de Murcia, el día 30 de abril de 2016

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