Escindidos del sisín

     Cumplía Europa su paso por la última década del Siglo de las Luces cuando los filósofos alemanes nos alertaron sobre los excesos de una Razón deslumbrada y ciega de tanto acercarse a la Luz del Entendimiento. La Ilustración, advirtieron, nos ha puesto en el camino de la Ciencia, nos ha invitado a tertulias frívolas, nos ha convidado a banquetes galantes e incluso nos ha convocado a la Revolución; pero también ha llenado las plazas de guillotinas y nos ha alejado del Misterio, de la Noche y del Eterno Femenino. El Hombre Ilustrado es un Hombre Escindido de la Naturaleza y perdido de sí. Dicho en términos castizos (del Bronx): no nos encontramos el culo con las dos manos. Pensadores como Karl Gottlob Schelle (1777 - 1825) proponen que la Filosofía abandone la Metafísica y aborde con urgencia la tarea práctica de cerrar el abismo que nos aleja de la Vida, y con ese aliento publica en 1802 una golosina de ensayo titulado El arte de pasear, que es a lo que voy.
     El arte del paseo de Schelle propone una tarea sencilla para superar la escisión. Se trata de practicar una especie de paseo terapéutico. Para ello recomienda (y resumo muy a mi aire) elegir un trayecto que parta de la ciudad y se adentre suavemente en el campo, o en un gran jardín público. Que discurra entre arboledas, pero no en bosques salvajes. Que se aborde con cierta resolución y gallardía; sin tampoco someter el cuerpo a esfuerzos que nos impidan disfrutar de nuestro entorno. Que busque esa hora entre dos luces cuando nada está del todo definido y el mundo despierta y la naturaleza desafía el afán que nos trae el día. Y, ojo a esto, que el caminante se deje invadir por los pensamientos que broten de forma natural al hilo de su caminar: que disfrute del embeleso de la lluvia, de la luz que burbujea entre las hojas, del olor de la tierra, de los colores de los campos y, por encima de todo, del canto de los pájaros, que es la verdadera música de la Naturaleza.

     
Dibujo que representa a un sisín (serinus serinus)
     En Murcia contamos con la mota del r
ío Segura, que es un escenario perfecto para disfrutar este tipo de paseo, aunque habrá muchos otros. Les invito a que los descubran, los recorran y practiquen el arte de Schelle. Es importante que consideren este tipo de ejercicio como una continuación de sus lecturas del día anterior, y por eso recomiendo alejarse de los poetas sombríos. Se trata, por así decir, de una terapia para letraheridos de la modernidad y hay que vivirla con ánimos y con las narices de la mente bien despejadas. Amueblen sus espíritus con alguna guía ornitológica, por ejemplo, y podrán disfrutar del placer del reconocimiento y del saber llamar a cada cosa por su nombre. No se dejen engañar por los juegos florales y juzguen el paisaje como se merece: en los campos de Murcia no faltan cochambres, disparates ni feísmos, y hemos de ser conscientes de todos y cada uno de ellos, tan lejos de la ira como de la euforia; porque así podrán disfrutar con más intensidad del aire cargado del aroma de los jazmines; y del rumor de las acequias, de las sombras frescas, de las rosas, de las humildes flores de las patatas... Y, desde luego, de los pájaros. En la misma ciudad de Murcia, en las proximidades del río, anida una variedad abrumadora de aves dispuestas a ayudarnos a reparar las heridas que nos ha infligido la modernidad: majestuosas garzas, delicadas garcetas, silenciosas lechuzas, golondrinas, aviones, halcones, vencejos, verderones, fochas, tarros, gavilanejos, lavanderas, mirlos, jilgueros, abubillas..., y mi favorito: un pajarito mínimo, alimonado, familiar y parlanchín al que los huertanos llaman "sisín", que es una palabra preciosa, porque suena alegre, resuelta y sexi. 
le dices a una dama que te enseñe el "sisín" y se acabó la ornitología: de no estar tan mediatizados por la Razón, lo suyo es que te ganaras una novia; pero lo más probable es que recibas un guantazo. En fin, nadie ha dicho que sea fácil recuperar lo que perdimos por el camino de la modernidad. La naturaleza no va a retornar a nosotros sin que asumamos algún riesgo. Y estamos todos, las señoras y los señores, escindidos del sisín, y perdidos quién sabe si para siempre del Eterno Femenino.

Artículo publicado en el diario "La Opinión", de Murcia, el sábado 21 de junio de 2014, de la serie Los placeres y los días.

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